Lo que comenzó como un mediodía cualquiera en el campus de la Universidad Estatal de Florida (FSU), en Tallahassee, se transformó en una pesadilla. A plena luz del día, cuando los estudiantes transitaban entre clases o compartían en el Student Union, se escucharon disparos. El caos no tardó en apoderarse del recinto universitario.
La universidad, en un rápido intento de proteger a sus alumnos y personal, envió un mensaje de emergencia a través de sus plataformas digitales: “Refúgiense en un lugar seguro. La policía ha respondido al reporte de un atacante armado en el edificio Student Union.” El reloj marcaba apenas el mediodía.
En pocos minutos, la policía local se desplegó en el campus. Patrullas, ambulancias y helicópteros inundaron la zona mientras los estudiantes se encerraban en aulas, oficinas y baños, aferrándose a la esperanza de que todo pasara rápido.
Seis heridos y un sospechoso bajo custodia:
La policía de Tallahassee confirmó más tarde que al menos seis personas resultaron heridas en el ataque, una de ellas en estado crítico. Aunque en un principio se hablaba solo de heridos, fuentes oficiales revelaron posteriormente que dos personas murieron producto del tiroteo, lo que elevó la magnitud de la tragedia.
La vocera del Departamento de Policía, Alicia Turner, confirmó que un hombre fue detenido en relación con el ataque. Se trata de Phoneix Ikner, de 20 años, identificado como el principal sospechoso del tiroteo. Según el sheriff del condado de Leon, Walt McNeil, Ikner es hijo de una agente del sheriff, y presuntamente tuvo acceso a una de sus armas de fuego. Esa revelación encendió aún más el debate sobre el control de armas y la seguridad dentro de los hogares, incluso en familias relacionadas con la ley.
Un trasfondo ideológico bajo sospecha

Las investigaciones iniciales también arrojaron otro dato inquietante: Ikner había manifestado públicamente posturas políticas radicales en contra del presidente Donald Trump. En una entrevista anterior con FSU News, dijo: “Creo que ya es un poco tarde. Trump ya va a tomar posesión el 20 de enero y no hay mucho que se pueda hacer, a menos que uno se rebele abiertamente.”
Estas declaraciones, rescatadas por el periodista Nick Sortor en la red social X (antes Twitter), abren un nuevo frente de análisis sobre la influencia de los discursos polarizantes en la conducta de jóvenes como Ikner. No está claro aun si el tiroteo fue motivado políticamente, pero la policía y el FBI están trabajando para esclarecer todos los detalles.
El miedo se apoderó del campus:
Decenas de estudiantes publicaron videos y mensajes en redes sociales mientras se refugiaban bajo escritorios o se encerraban en laboratorios. Algunos relataban que escucharon entre cinco y siete detonaciones. “Nunca imaginé vivir algo así. Un momento estás tomando un café con tus amigos, y al siguiente corres buscando un aula para esconderte”, comentó una estudiante de primer año.

La universidad suspendió todas las clases del día y activó un protocolo de apoyo psicológico para los alumnos afectados. En paralelo, se programó una conferencia de prensa para brindar detalles sobre la situación y responder a las preocupaciones de padres, docentes y estudiantes.
Reflexión nacional: ¿cuántos tiroteos más?
Este incidente reabre una herida que nunca termina de cerrar en Estados Unidos. Los tiroteos masivos en centros educativos ya no son una excepción, sino una tragedia recurrente. La facilidad de acceso a armas, el deterioro de la salud mental y la radicalización ideológica son una combinación explosiva que, como se vio una vez más, puede destrozar vidas en segundos.
Lamentablemente, hachos similares a este ya ocurrieron en el pasado, en una ocasión, un estudiante había abierto fuego dentro de la biblioteca, hiriendo a un empleado y a dos alumnos más. Este centro universitario, uno de los más prestigiosos del estado, alberga a una comunidad estudiantil que supera los cuarenta mil jóvenes.
El padre de Jaime Gutenberg, la adolescente de 14 años asesinada durante el trágico tiroteo de Parkland en 2018, compartió en redes sociales su tristeza, afirmando que el país está profundamente quebrado. Varios de los sobrevivientes de Parkland continuaron sus estudios en esta universidad y, de manera desgarradora, algunos estuvieron presentes también en este nuevo acto violento. Como padre, expresó, lo único que deseaba tras aquella tragedia era garantizar un entorno seguro para sus hijos, pero la inacción ante el control de armas hace que hechos como este ya no la sorprendan.
Por su parte, el presidente Donald Trump calificó el tiroteo como lamentable, mencionando que conocía bien tanto la institución como la zona, aunque dejó claro que no impulsaría ninguna reforma legislativa sobre el uso de armas, argumentando que el problema no radica en el arma en sí.
Mientras las autoridades continúan las investigaciones, el país entero vuelve a preguntarse: ¿qué estamos haciendo mal? ¿Qué medidas reales se están tomando para que ir a estudiar no se convierta en una ruleta rusa?
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