Tráfico de drogas sintéticas en Cuba sigue creciendo, una verdad reconocida por el MININT

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En entrevista realizada en el programa Hacemos Cuba a representantes del El Ministerio del Interior (MININT), Ministerio de salud Pública y Ministerio de Educación, se alertó recientemente sobre la existencia de 74 “ambientes complejos” identificados en la ciudad de La Habana. El consumo y tráfico de drogas sintéticas en Cuba están en alza, pese a los esfuerzos conjuntos de las autoridades, instituciones educativas y organizaciones comunitarias.

Una sombra crece en las calles de La Habana, pese a los operativos y campañas preventivas. No se trata de una crisis visible a simple vista, pero sus consecuencias ya se sienten en las escuelas, en las familias y en los hospitales. Se trata del aumento preocupante del tráfico y consumo de “el químico”, una droga sintética que ha encontrado terreno fértil en la capital cubana, especialmente entre los más jóvenes.

¿Qué es “el químico” y por qué el tráfico de esta droga sintética está ganando terreno en Cuba?

“El químico” es el nombre popular que recibe un cannabinoide sintético, una sustancia que simula los efectos de la marihuana pero con un impacto mucho más agresivo sobre la salud física y mental. Según explicaron las autoridades en el programa Hacemos Cuba, este producto llega a la Isla desde países como México y Estados Unidos, oculto en objetos inusuales como bombillos, culeros desechables o fondos falsos de maletas.

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Lo más alarmante es que, en muchos casos, emigrados cubanos están involucrados en este tráfico: personas que entran al país en calidad de visitantes, pero con la intención de introducir drogas o incluso facilitar la extracción de individuos con fines ilícitos.

La Habana se ha convertido en el epicentro de esta problemática, debido a su mayor poder adquisitivo y a la alta concentración de consumidores jóvenes, según declaró el coronel Héctor Ernesto González Hernández, segundo jefe del órgano antidrogas del MININT.

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La juventud en la mira del tráfico de drogas sintéticas en Cuba: entre la curiosidad, el riesgo y la rehabilitación:

“Si se está haciendo tanto, ¿por qué tenemos drogas y menores involucrados en esta lamentable práctica?”

Aunque se reconoce el trabajo sistemático de prevención, lo cierto es que muchos adolescentes ya están expuestos, y algunos han caído en la trampa de una droga que promete evasión, pero arrastra dependencia, cambios de conducta y, en casos extremos, trastornos mentales severos.

Desde enero hasta mayo de 2025, los operativos realizados en La Habana han permitido confiscar cerca de 20 kilogramos de diferentes sustancias, entre ellas metanfetamina, cocaína, marihuana y el químico. También se han abierto más de 800 expedientes penales, con 342 personas acusadas, la mayoría de las cuales se encuentra actualmente en prisión.

El trabajo de contención no se limita a las calles. En las escuelas de enseñanza media superior, donde los adolescentes son más vulnerables, se han implementado programas de capacitación docente y de sensibilización para el alumnado. El doctor Lien Ofarril Mons, director general de educación media superior, reconoció que la mayoría del consumo ocurre fuera de los centros educativos, pero insistió en que la escuela sigue siendo un espacio clave para detectar alertas tempranas.

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El camino hacia la recuperación: largo, doloroso, pero posible:

Para quienes ya han caído en la adicción, la salida no es fácil. La doctora Elizabeth Céspedes Lant, directora del Centro de Deshabituación del Adolescente, el único en su tipo en todo el país, explicó que la rehabilitación es un proceso profundo, que debe incluir tanto al joven como a su núcleo familiar.

“El químico provoca alteraciones conductuales severas. Afecta la memoria, la toma de decisiones, el sueño, el apetito, y puede desencadenar cuadros de ansiedad y depresión. No es una droga inofensiva, es una trampa química que transforma la personalidad”, aseguró Céspedes.

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Aunque el centro atiende casos con dedicación y profesionalismo, su capacidad sigue siendo limitada frente al número creciente de jóvenes con dependencia. Los expertos coinciden en que el problema solo puede enfrentarse con un enfoque integral, donde la educación, la prevención comunitaria, el tratamiento clínico y el enfrentamiento legal trabajen de forma articulada.

Mientras haya demanda, habrá oferta. Esa es la ley dura y cruda del tráfico de drogas. Pero también hay esperanza: la de una comunidad que se organiza, docentes que orientan, padres que escuchan y jóvenes que deciden luchar por sí mismos.

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